Pablo Pérsico, exalumno argentino del Máster Universitario en Gestión Cultural de la UIC Barcelona es el responsable de un proyecto social basado en la fuerza integradora y educativa la música. A través de dos orquestas, proporciona un espacio de aprendizaje a niños de Barcelona que provienen de contextos difíciles.
Pablo Pérsico empezó como cualquiera de los alumnos del Máster Universitario en Gestión Cultural que llegan del extranjero: dejó su país -Argentina-, su familia, sus amigos y aterrizó en Barcelona, con la ilusión de conocer una ciudad nueva, gente de otras nacionalidades, estudiar y hacer una inmersión en la vida cultural europea. De esa experiencia, surgiría un camino profesional que hasta entonces no tenía claro pero que ya estaba latente.
Lo que sí sabía Pablo era su vocación por la música y el campo educativo. Había tomado contacto en su país con el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela -una metodología donde la orquesta sinfónica y el coro constituyen instrumentos de organización social y desarrollo comunitario-, una iniciativa de José Antonio Abreu, a quien luego conocería en Barcelona. A él y a su creencia en el valor socializador de la música, le reconoce la inspiración para crear su propio proyecto: la Associació Integrasons.
De su paso por la Universitat Internacional de Catalunya ya han transcurrido casi seis años (ya que cursó este máster en el año académico 2007/2008), pero hace unos días tuvimos la oportunidad de conversar telefónicamente con él, para actualizarnos sobre la evolución de su proyecto emprendedor y para profundizar en la filosofía y el espíritu que están detrás de esta idea.
Pablo, ¿podrías explicarnos tu asociación y en que consisten los proyectos Barris en Solfa y Do d`acords?
Ambos proyectos se basan en la creación de orquestas juveniles e infantiles para fomentar la inclusión social y el diálogo multicultural entre los niños de Badalona-Sud (Barris en Solfa) y Poble-Sec (Do d`acords). Son chicos de más de 20 nacionalidades diferentes, que provienen de realidades de exclusión y que a través de la creación musical comunitaria viven experiencias de transformación y aprenden valores, como la tolerancia, la capacidad de diálogo y convivencia, la cooperación, el reconocimiento, la confianza, etc. Estos dos proyectos, a su vez, forman parte de la Associació Integrasons, que ha nacido como tal en 2012.
¿Por qué afirmas que José Antonio Abreu, responsable de las famosas orquestas jueveniles e infantiles de Venezuela, es un referente para tu proyecto emprendedor?
Porque gracias a él, se explica nuestro trabajo. José Antonio Abreu es y fue el cimiento de todos los proyectos sociales con la música. Tengo el gusto de conocerlo y reconozco que su legado nos abrió el camino.
¿Puedes decir, a esta altura de tu trayectoria, que tienes una metodología propia con características específicas?
En realidad todavía me cuesta mucho aceptar que estoy creando una nueva metodología. Pero evidentemente sí se trata de algo distinto y nuevo. Es algo que nació en Barcelona, es propio de esta ciudad, por el efecto multicultural que encontré aquí.
Durante el máster ¿ya podías vislumbrar este nuevo rumbo profesional?
Bueno, en realidad, mi proyecto final consistió en la creación de un “centro de música del mundo”, que seguía la línea de escuelas de música y que tenía un espacio para la formación docente, la investigación, la musicoterapia y música para meditación.
No fue exactamente lo mismo, pero se trató del primer paso. También recuerdo que, en una clase, nos dieron un ejercicio que consistía en realizar una nota de prensa de convocatoria para un concierto, ficticio claro. Años después releí esa nota y me sorprendí porque efectivamente los conciertos se lograron hacer, no a partir del centro de música, sino a través de estos otros proyectos.
¿Tus prácticas profesionales en la Orquesta Simfònica del Vallès te ayudaron a definir este camino?
Sí, fueron un buen cimiento. Ellos me ayudaron mucho en el comienzo. Allí conocí mucha gente, aprendí la forma de hacer que tienen aquí, los tiempos, cómo es el tema comunitario local.
¿Cómo te imaginas las orquestas de tu asociación dentro de diez años?
Mi sueño es que gracias a las orquestas de Poble Sec y Badalona Sud los niños logren encontrar un hilo conductor en sus vidas, descubran una motivación profunda y las razones para seguir adelante. En cuanto a lo artístico, veo una clara proyección internacional, sobre todo en Europa. Se necesita de modo urgente transformar la educación hacia la creatividad. Sin ella, no hay capacidad de crear y, por ende, de transformar.
Y para finalizar, Pablo, ¿por qué haces esto?
Porque quiero a los chicos y tengo muchas ganas. La Madre Teresa decía: “hay que dar sin esperar nada a cambio”. ¡Todo lo que no se da se pierde!