Fotografía: Benjamin Sueno
El pasado 8 y 9 de diciembre fui invitada a Bruselas -Bélgica- para participar en la academia en Cultura en Relaciones Externas y Diplomacia Cultural (enfocada en las Américas), organizada por ENCATC, una organización sin fines de lucro fundada en 1992 que representa y reúne a más de 100 instituciones educativas y culturales de 40 países alrededor del mundo. Esta entidad programa y ofrece regularmente espacios de discusión e intercambio para enriquecer el conocimiento, compartir metodologías, y aprender de las experiencias dentro del sector cultural para fomentar una mejor administración y política cultural.
Como suele suceder después de los debates realmente buenos, regresé a Barcelona con más preguntas que respuestas, pero con una idea mucho más clara sobre dónde y con quiénes animarme a buscarlas. Como es usual, el primer día cada participante se presentó frente al grupo. Diplomáticos, políticos, directores de museos, empresarios culturales, profesores, estudiantes de doctorado, en fin, ya empezaba a sentirme yo muy intimidada por estar recién en el proceso de obtener mi máster (y además siendo una de las más jóvenes del grupo) hasta que llegó mi turno y a todos parecieron abrírseles los ojos cuando dije: “Hola, me llamo Jana Ugaz, tengo 24 años, soy pintora, estoy haciendo un Máster Universitario en Gestión Cultural en la Universitat Internacional de Catalunya y vengo de Perú.”
¡¡¡¿Perú?!!!
Claro, el evento estaba enfocado en las Américas, pero la sala estaba llena de europeos y norteamericanos. Yo era la única representante de Sudamérica, algo que yo -y al parecer nadie- esperaba, pero que definitivamente hizo aún más interesante la academia. Escuchar desde un punto de vista europeo lo que se pensaba de países como el mío, y en términos de relaciones internacionales cuáles eran los problemas u obstáculos que consideraban más importantes, qué beneficios contemplaban, qué les interesaba o no, etc. Verdaderamente fue una experiencia diferente y muy enriquecedora.
Es interesante la distancia, lo desconocido, porque se suele olvidar que siempre se da por partida doble; muy pendientes todos de mis intervenciones o en las conversaciones durante los breaks, pero creo que nadie notó que yo estaba igualmente impresionada por tener sentada al lado a alguien de Lituania, Malta o Irlanda.
Fue aquella exclusividad lo que en definitiva marcó mi experiencia. Desde la primera presentación en la que la Dr. Carla Figueira, Directora del Máster en Política Cultural en Goldsmith y una de las organizadoras del evento, nos introdujo a los temas a tratarse durante la academia y algunos conceptos básicos y datos importantes sobre la relación entre Europa y las Américas. Se habló sobre la obvia relación histórica; desde los viajes de Colón, la conquista, el legado religioso y del idioma, hasta la creciente tendencia migratoria desde América Latina hacia Europa y las nuevas dinámicas económicas que existen entre ambos continentes.
La crisis, esta palabra que ya parece haber perdido significado de tanto escucharla, ha obligado a Europa a mirar hacia otros lados, abrir más sus puertas y si se me permite decirlo, asumir una nueva actitud de humildad. Ejemplo de ello fue que se destacaran al Papa Francisco (Argentina) y al Presidente José Mujica (Uruguay) como figuras importantes sobre las cuales, expusieron, Europa tendría mucho que aprender en temas morales y valores culturales. Claro, esto desde mi punto de vista no parecía ser muy representativo, no hay que olvidar que por esos días México estaba de luto por la “desaparición” de 43 estudiantes, y me sorprendí aún más con esta idea que parecía generalizada entre los asistentes, con una frase en particular: “Durante siglos, históricamente (refiriéndose a la conquista) Europa ha intentado imponer sus códigos morales o modelos económicos y políticos en América Latina, pero creo que el tiempo nos está enseñando que tenemos mucho que aprender de sus culturas, me parece que ha llegado el momento en que el intercambio realmente sea un intercambio”.
Queda aún mucho camino por recorrer, y en Lima en particular, me temo que confiar en una gestión municipal eficiente es cada vez más difícil. Sin embargo, aquí otra gran verdad y diferencia mayúscula entre el modelo europeo y el sudamericano que aprendí de la academia y el tiempo que llevo en Barcelona: No podemos depender del gobierno. No solo no podemos, no deberíamos. Al reconocernos como ciudadanos, enfatizamos en nuestros derechos, pero solemos olvidar nuestros deberes. Las iniciativas, la preocupación, la búsqueda, debe salir de nosotros, somos igual de responsables. Las oportunidades y el potencial abundan, he constatado que el interés para la inversión y cooperación entre estos dos continentes existe, de este lado del mundo tenemos mucho que aprender sobre ello. Dejemos ya de ser espectadores, seamos protagonistas.
Como ya dije, volví a Barcelona, con más preguntas que respuestas, pero en definitiva con ganas, con muchas ganas y con la confirmación de que el campo de gestión cultural se hace cada vez más relevante. A partir de eventos como el organizado por ENCATC, una cosa queda clara: la cooperación y el desarrollo cultural están en nuestras manos.
Felicitaciones Jana. Un relato muy personal, claro, directo y amplio de lo que ocurrió en el evento, no solo a nivel de los hechos, sino de las emociones y percepciones, algo muy relevante si de cultura se trata. Que sigan las crónicas y el aprendizaje…