Nicolás Barbieri, doctor en Ciencia Política y licenciado en Humanidades, se ha incorporado este curso 2021-2022 como director del Máster Universitario en Gestión Cultural de UIC Barcelona. Asimismo, también imparte las asignaturas de “Liderazgo, Cultura y Nuevas Tecnologías” e “Instituciones y Políticas Culturales”. Sus líneas de investigación se centran en las políticas y los derechos culturales y la gestión cultural.
¿Cómo valoras tu incorporación en la dirección del Máster Universitario en Gestión Cultural de UIC Barcelona?
Mi incorporación como nuevo director del Máster Universitario en Gestión Cultural ha sido muy sencilla. Me ha recibido un grupo de trabajo muy bueno con el que estoy extremadamente contento de poder colaborar para que el Máster siga tan bien como hasta ahora.
¿Cuáles son tus retos como director?
Lo primero es mantener las cosas que se han hecho bien y darles continuidad. En segundo lugar, me gustaría aportar mi experiencia y trabajo que es básicamente todo lo que tiene que ver con la investigación y la docencia en el mundo de la gestión cultural, particularmente, las políticas culturales, las instituciones y los derechos culturales. En tercer lugar, me gustaría seguir avanzado en los aspectos de innovación docente y ofrecer espacios de calidad en la docencia. Asimismo, potenciar aún más la relación entre el máster y el ecosistema cultural que nos rodea en Barcelona y compartir el conocimiento más allá de nuestras aulas.
¿En qué proyectos de investigación trabajas actualmente desde UIC Barcelona?
Por un lado, trabajamos en un proyecto sobre la participación cultural y el derecho a participar en la vida cultural de los barceloneses en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona y el Observatorio de Datos Culturales. Es decir, analizamos y estudiamos como la población de Barcelona ejerce su derecho a participar en la vida cultural y a qué desigualdades se tiene que enfrentar con el objetivo de convertir la capital catalana en una ciudad equitativa.
Por otro lado, también colaboramos en la evaluación de un proyecto de ópera comunitaria que impulsa el Gran Teatre del Liceu, una iniciativa muy interesante donde colaboran otros agentes y comunidades del territorio y del barrio del Raval. Nuestra misión es acompañar, medir el impacto y observar qué cambios está generando este proyecto tanto en la institución como en el barrio del Raval.
¿Cuál es la situación de la gestión cultural en Barcelona?
El gran reto de la gestión cultural es conseguir que la ciudadanía valore la cultura como un sector que aporta un valor y mejora la calidad de vida. Es necesario buscar la profesionalización y la sostenibilidad económica, social y cultural del sector, pues este todavía no goza de legitimidad entre la población. Nos falta terminar de conectar con muchas personas y comunidades que no ven el mundo de la gestión cultural como su mundo. La cultura no puede vivir al margen de la economía, de la salud, de la educación… Para conectar con la ciudadanía hay que conectar con esos otros ámbitos.
¿Es importante medir la participación cultural?
Sin duda, y mientras que, en otras políticas públicas como la educación, la salud o la economía generar conocimiento sobre la participación es una realidad, en la cultura aún tenemos que avanzar mucho. Para la ciudadanía la participación cultural es un derecho y hay que ver si se está cumpliendo. Además, para los profesionales del sector cultural, es una información muy útil para diseñar, implementar y evaluar proyectos. Medir la participación cultural es esencial para pensar en cualquier proyecto.
¿La cultura es fundamental en las políticas educativas?
Cada vez somos más conscientes de que la cultura es fundamental en la educación. En la encuesta de participación cultural de Barcelona de 2020 la ciudadanía valoró muy positivamente la vinculación entre las expresiones artísticas y la educación. No obstante, históricamente han sido dos sectores poco conectados estructuralmente, por lo que hay mucho que recuperar de todos los años de división. Cualquier iniciativa, más allá de lo social, tiene una responsabilidad vinculada a la formación de valores y de identidades.
¿Crees que existe en otros países una mayor sensibilidad por la gestión cultural?
Estas cuestiones siempre hay que contextualizarlas porque en el caso de Barcelona la cultura ha tenido un papel significativo y forma parte de un núcleo de legitimidad. Sin embargo, a nivel estructural, podemos referenciar otros países como Francia, en cuanto a su tradición histórica de la política o del fomento a la cultura; los países escandinavos con su apuesta por los derechos y la democratización culturales y América latina, por el papel clave de la sociedad civil en pro de la cultura. Mirando hacia afuera podemos ver lo bien que hacemos algunas cosas, pero también todo lo que nos falta por aprender.
Hace unas semanas participaste en la conferencia internacional “A Caminho de uma Carta Metropolitana para a Cultura” en Oporto, ¿cuáles fueron las ideas principales que se debatieron?
Se habló principalmente de la relación entre las políticas culturales y la ciudad que ha estado marcada por la evolución de grandes paradigmas de intervención pública, desde la democratización de la cultura hasta las políticas de proximidad. Uno de los grandes retos en este sentido ha sido el de desarrollar políticas culturales integrales, más allá de la construcción de grandes infraestructuras de la cultura. Esto es especialmente relevante frente a las desigualdades existentes en el derecho a participar en la vida cultural de la ciudad. Para abordar estos retos es fundamental desarrollar iniciativas de política cultura a nivel metropolitano (y no sólo de una ciudad).
¿Qué consejo darías a los alumnos que están a punto de finalizar sus estudios de Máster Universitario en Gestión Cultural?
Si sentís pasión y compromiso por la gestión cultural, apostad por seguir avanzando y desarrollando proyectos en este ámbito, pero tenéis que saber que vivimos en un mundo donde hay condicionantes que dificultan nuestro trabajo y su desarrollo. Hay que adoptar una mirada autocrítica y ser conscientes de nuestras propias limitaciones e intentar solventarlas porque la cultura tiene un rol fundamental en nuestra sociedad.