Hace unas semanas recibimos la visita del Dr. Greg Richards, experto en turismo cultural y turismo creativo. Si no pudiste asistir a su conferencia, aquí te enterarás de sus principales ideas.
¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando nos dicen “turismo cultural”? ¿Un grupo de turistas visitando las pirámides de Egipto? ¿Una fila de personas esperando para entrar a la Sagrada Familia o el MoMA de Nueva York?
¿Qué es lo que diferencia a un turista tradicional de un turista cultural? El Dr. Greg Richards, profesor de Estudios de Ocio en la Universidad de Tilburg (Países Bajos), nos ayuda a dilucidar la cuestión: el turista cultural no es simplemente quien visita un sitio cultural (valga la repetición), sino quien tiene esa motivación concreta.
Pero, y ahora surge otro problema, ¿cómo logran las ciudades ofrecer algo distinto a este tipo de visitante? En un mundo donde vale la “copia” como estrategia cultural (¿acaso no hay buses turísticos casi idénticos en las ciudades más importantes?), el desafío es justamente crear distinción. Y, si antes -en un sistema cultural más clásico- esto pasaba por los elementos tangibles (un museo, un ícono o una imagen, por ejemplo), actualmente se relaciona mucho más con los factores intangibles: identidad, estilo de vida, ambiente, narrativa y creatividad.
Barcelona, por ejemplo, ha hecho de la “idea Gaudí” su marca de distinción. En una tercera fase, a la que Richards denomina “turismo creativo”, se añade el factor “desarrollo personal”. Es decir, este turismo es aquel que “ofrece a los visitantes la oportunidad de desarrollar su potencial creativo a través de la participación activa en las experiencias de aprendizaje que caracteriza el destino”. La creatividad se puede manifestar como actividad (“puedo aprender cocina tailandesa en un curso o workshop en ese país”) o como escenario (“participo de un recorrido temático por el barrio Gótico, en Barcelona).
Por último, Richards hace hincapié en el factor relacional: el vínculo entre el turista cultural y los integrantes de la comunidad local. Un ejemplo de esto podría ser la experiencia “Temple Stay”, en Corea, que permite a los turistas conocer desde adentro la vida en un templo budista y, así, participar de una tradición cultural que lleva más de 1700 años. O Spotted by locals, un sitio web cuyo contenido está desarrollado por los locales de distintas ciudades, con sugerencias turísticas realizadas por gente que conoce el lugar al dedillo. Hasta las aerolíneas (por ejemplo, Vueling) se hicieron eco de esta tendencia y los artículos periodísticos de sus revistas reflejan este tipo de información, para que quien viene de afuera pueda conocer la vida cotidiana, el lugar y su gente en “estado puro”. Poder atravesar esa fachada invisible que construyen las ciudades para sus turistas y conocer la cultura “de verdad”. ¿Qué más podría desear un turista cultural?
Si te interesó el tema, te recomendamos la lectura de este artículo, publicado por el Dr. Richards: Creative and Tourism, the state of art.