Krzysztof Zanussi tiene la gracia de quienes saben contar historias y captar la atención durante tres horas, sin que se escuche otro sonido en la clase más que su voz potente y clara. Aun en el límite de las cuatro paredes del aula y fijos a nuestras sillas, nosotros, los alumnos, viajamos a Polonia -el país de nacimiento de este director de cine- y podemos sentirnos frente a frente a esa señora (una tía lejana suya) que destila belleza, inteligencia y riqueza, y niega pretendientes como quien descarta las partes no comestibles de una fruta. Los niega desde el principio o, en dos oportunidades, en el mismo altar.
Y, luego, para traernos nuevamente a la realidad, en una Barcelona que todavía no se define entre el frío y el calor, Zanussi nos muestra el fragmento de un film suyo que se ha inspirado en esta historia familiar. Y así, entre relato y partes de películas, vamos conociendo la obra de este genial contador de historias. Pero tal vez lo más interesante, como se lo hizo saber uno de nuestros compañeros al finalizar la clase, son sus enseñanzas y consejos, vinculados no sólo con su trabajo sino con el verdadero sentido de la vida.
Arranca con frase polémica: “Sólo en apariencia nos entendemos unos con otros. Sólo en apariencia estamos unidos. En realidad, cada uno vive en su propio cosmos y se preocupa por su mundo”. Con su declaración, ha roto el hechizo de las historias y nos sentimos de repente extraños unos con otros. Pero, como buen orador, cada palabra, cada frase, tiene un porqué. “Es mediante el arte narrativo que podemos entender otros puntos de vista, identificarnos con otras personas, acercarnos a otros universos. La narrativa es una obligación moral entre los humanos”. Leer un buen libro, mirar una buena película, nos eleva, nos orienta en nuestras acciones, pues aprendemos de las experiencias ajenas. ¿Pero qué es un buen libro o una buena película? ¿Cómo no caer en la subjetividad? La intuición y el sentimiento de que el “mundo es más grande” y de que tenemos más ganas de vivir nos darán la pauta de si estamos ante una verdadera obra de arte.
Zanussi nos alienta a no perder el sentido crítico, a evaluar si las historias en las que nos involucramos realmente valen la pena: “¡Sólo lean/miren obras maestras, no pierdan el tiempo con arte mediocre, no se contaminen con basura!”. En pocos días, el director polaco comenzará a rodar otro film -en Italia, Polonia y Rusia- y, para concluir la clase, como en todo buen relato, nos sorprende con una nueva frase: “Los invito a venir a mi casa, prometo bed and breakfast, podrán ver cómo se hace un film y, por supuesto, tendrán muchas historias para contar luego”.