Aquí te presentamos en 5 minutos de lectura a Ainhoa González, nuestra profesora de Gestión de las Artes Visuales del Máster en Gestión Cultural en UIC Barcelona. Conoce sus motivaciones para ser enseñar, obras de arte recomendadas, lo que la mueve como profesional y el mensaje que quiere dejar con sus clases.
¿Cómo llegaste al mundo de las artes visuales?
Estudié historia del arte porque tuve un profesor en el instituto que era un apasionado de la historia y la historia del arte y supo contagiarme. Mis abuelos también compartían el gusto por la pintura y mi madre me animó a cambiar las prioridades en mi lista de acceso a la Universidad y poner Historia del Arte en primera opción en lugar de Comunicación Audiovisual. Ella me preguntó durante una conversación “¿que es lo que verdaderamente te gustaría estudiar?” y la respuesta no coincidía exactamente con lo que estaba escrito en el papel… así que cambié las prioridades.
Al finalizar la carrera, cursé los dos años de doctorado y presenté mi tesina. En paralelo cursé un Máster de Museología y Gestión del Patrimonio Cultural en el que tenía que hacer prácticas y ellos insistían en que las hiciera en un museo que no era de arte pero dónde tenía posibilidades de quedarme después. Yo quería hacer mis prácticas en el MACBA y fui muy persistente. No fue fácil pero accedieron, me facilitaron una entrevista y entré como becaria en el departamento de Colección. Al finalizar mis prácticas me ofrecieron trabajo. Tuve mucha suerte.
Hasta hace muy poco trabajaste en el MACBA ¿qué era lo más retador y lo que más disfrutabas?
Sí, trabajé doce años en el MACBA, y durante los últimos ocho años trabajé como conservadora adjunta de la colección. Había muchas cosas que me apasionaban y siguen haciéndolo. Una de ellas, el hecho de trabajar con la contemporaneidad que no tenemos perspectiva histórica, no hay nada delante y está todo por escribir, y ello supone un verdadero reto.
Otro factor que me fascinó desde el principio fue trabajar propiamente con la colección en lugar de hacerlo con exposiciones temporales. Cuando entré en el museo había unas mil quinientas obras y cuando me fui casi seis mil. Una colección crece por defecto y se transforma con cada nueva incorporación que a su vez tiene implícita muchísima información más allá del propio significado: la historia de la obra, el artista, sus préstamos, su conservación, el proceso de incorporación, su diálogo con las otras obras de la colección, sus particularidades…y todo ello no para de crecer, me parece mágico, es como una macro-curaduría salvaje, como un embarazo infinito.
¿Cuáles son las primeras 5 obras que se te vienen a la mente hoy y por qué?
Cildo Meireles: “Inserçoes em circuitos idelológicos” (1970) Trabajo que consiste en escribir mensajes políticos en las billetes de curso legal, de modo que los ciudadanos pudieran escapar a la censura del contexto político brasileño. La obra nos habla de producción, circulación y control de la información.
Me interesa porqué a partir de algo sumamente pequeño y discreto, solamente con un gesto mínimo es posible alcanzar una escala realmente grande y dar voz al individuo. Además es una obra que existe fuera del museo, Meireles nunca vendió los billetes y por lo tanto en el momento en el que la mostramos en una vitrina pierde toda la esencia, justamente lo contrario que el urinario de Duchamp. Meireles es un artista que siempre me interesó y hace unos meses tuve el placer de hacerle entrevista para la Radio Web MACBA http://rwm.macba.cat/ca/especials/cildo-meireles-fons/capsula
Babette Mangolte: “Water Motor” (1978). Mangolte graba a la bailarina y coreógrafa Trisha Brown realizando la pieza Water Motor en su estudio. Coreografía que durante años practicó diariamente, en un intento de conservarla, consciente de que su cuerpo envejecía con el paso del tiempo. La película no tiene sonido pero tiene un ritmo fascinante y está formada de dos pases, el primero corresponde a la coreografía a tiempo real y el segundo ralentizada, hecho que nos permite ver el movimiento de un modo que sin este medio sería imposible apreciar. La escogí porqué reúne muchos de mis intereses, el cine, la danza, el tiempo y el movimiento, el cuerpo político y muchos otros. Además Trisha Brown falleció este año y ello suposo una gran perdida.
Juan Muñoz: “Double Bind” (2001) una pieza clave de la escultura contemporánea y lamentablemente su última pieza. Double Bind nos muestra la capacidad del artista por abrir el lenguaje escultórico a otros campos diferentes. Es una pieza inquietante, con personajes extraños y puestas en escena de un evidente misterio. Una obra a la que vuelvo a menudo mentalmente, porqué siento que hay siempre algo que se escapa, que se resiste a la compresión.
Doris Salcedo: “Shibboleth” (2007) una instalación dónde fracturó el suelo de la Tate. Esa fractura nos habla de las fronteras, del racismo, de las condiciones infrahumanas en las que también se puede vivir en el primer mundo. Una pieza de absoluta vigencia diez años después.
Carlos Bunga: “I feel that this Europe doesn’t represents me” (2017) en esta serie de dibujos sobre los refugiados, nos muestra los cuerpos de niños muertos suspendidos en el espacio, sin ningún tipo de contexto, solamente el cuerpo sin vida. Son imágenes que hemos visto reiteradamente en los últimos meses y que personalmente me avergüenzan. Nunca me hubiera imaginado que Europa podría hacer lo que está haciendo con los refugiados, es vergonzoso y lamentable y me identifico totalmente con el título.
¿Actualmente a qué te dedicas además de ser profesora de Gestión de las Artes Visuales en el Máster?
Actualmente estoy trabajando como asistente del artista Carlos Bunga, colaborando con proyectos con otros artistas como Muntadas y empezando a hacer proyectos más personales relacionados con la curaduría.
¿Cómo llegaste a ser profesora de Gestión de las Artes Visuales en UIC Barcelona?
La conservadora de la Colección MACBA me dijo que estaban buscando a un profesor para impartir la asignatura, preparé una propuesta de programa que disfruté enormemente haciendo, la presenté, hice la entrevista y me aceptaron. Siempre me apasionó la docencia y especialmente en este momento de reflexión pedagógica en el que se encuentra el mundo de la enseñanza.
Todavía recuerdo cuando me llamó Marta Crispí para darme la noticia, fue un momento de muchísima alegría. A los pocos minutos, ya estaba pensando cómo impartiría las clases, como lo haría para que los estudiantes conectaran con la materia y muchísimas otras reflexiones y preocupaciones más, que me acompañan todavía hoy.
¿Cuál es el mensaje que quisieras que llevaran los estudiantes que pasan por tu materia?
Me gustaría que tengan siempre presente que previamente a la gestión, existe la CULTURA y que debe estar siempre en el centro de nuestras prácticas. Hay veces que leo artículos sobre gestión cultural y tengo la sensación que podríamos estar hablando de cualquier otra cosa menos de cultura y me parece asustador. No deberíamos alejarnos de la esencia.
La gestión de las artes visuales es compleja pero fascinante. En un mundo cambiante como el nuestro, hay que estar atento a todos los avances y no dar nada por sentado.
La metodología también queda obsoleta y se transforma rápidamente puesto que las artes visuales lo están haciendo también, así que hay que ser flexible y receptivo. Hace apenas un siglo nadie hubiera considerado ‘arte’ a muchos de los trabajos que hoy encontramos en los museos o las galerías.
Y un último punto, estrechamente relacionado con todo ello y que me gustaría que tuvieran siempre presente, son la moral y la ética. Los códigos de buenas prácticas son claves para una buena gestión de las artes visuales (y de la vida en general).
Conociendo el contenido de nuestro Máster y el sector de las Artes Visuales ¿en qué nos recomendarías trabajar o en qué consideras que podríamos tener más éxito como Gestores Culturales?
Os recomendaría trabajar en lo que más os interese y entusiasme sin duda alguna. Si podéis hacer de vuestra pasión vuestra profesión, hacedlo. Cuanto más implicados estéis y más os interese vuestro trabajo más buenos profesionales seréis. En el campo de la gestión cultural hay mucho por hacer, por rehacer y todavía muchísimo más por inventar. Sed creativos, curiosos, exigentes y persistentes.